Una amiga nos manda este mail que ha recibido de Tokio de parte de una amiga japonesa de su familia. Omitimos por discreción el nombre. Muchas personas están en oración en el mundo.Más alláde tantas diferencias, está un destino común. Ojalá sepamos reconocerlos en la mirada del otro.

Compartimos estas líneas:

«Agradezco de corazón su preocupación y la solidaridad que nos ha mostrado a todos los japoneses ,
sobre todo a los damnificados.

Afortunadamente Tokio no ha sufrido daños y podemos llevar una vida más o menos normal. Y en lo que se refiere a mi , me encuentro magníficamente. Así que, por favor, no se preocupe por mí.  Aunque TVE a veces reporta la información demasiado alarmista, por lo menos en Tokio, la situación es normal y la gente está en calma, a pesar de la preocupación inminente sobre la evolución de los problemas en la planta nuclear.

Este terremoto, aunque es un catástrofe que nos ha sumido en tristeza, me ha servido para reconocer el cariño y el calor que tienen las personas. Precisamente esta mañana me encontré con un grupo de jóvenes en la estación que  llevaban una pancarta para dirigir el mensaje de ánimo  para los damnificados.

Esos jovenes que se decían indiferentes y egocéntricos, solidalizándose con  los daminificados. Quizá más que ayudas materiales, lo que alienta y anima a la gente es la muestra de solidalidad y el sentimiento de estar con ellos. Su sentimiento me ha llegado en el hondo del corazón y estoy segura que llegará también a todos los daminificados.

Su correo me ha iluminado mi corazón como el sol y espero que toda su familia esté bien.

Agradecimiento de corazón  y su amor y un abrazo fuertísimo».