Ninguna de vuestras buenas acciones, ninguna de vuestras buenas palabras se pierden jamás. ¿Por qué? Porque nada se pierde, la mínima de vuestras manifestaciones tiene repercusiones en alguna parte. No os lo creéis porque no veis que se produzca nada ante vuestros ojos. Pero esto no es un argumento: ignoráis el efecto que vuestros actos y vuestras palabras producirán necesariamente, y a veces, muy lejos de vosotros.
Cuando os sentís mejor, numerosas personas mejoran también. Y si no progresáis, dificultáis también la evolución de otros tantos seres, les impedís encontrar el camino de la luz. Si, por una vez, la Providencia os diera la posibilidad de ver los lazos sutiles que se tejen entre cada uno de vosotros y todos los seres de la tierra, e incluso más allá, os quedaríais estupefactos. Así pues, cada día tejéis lazos. Es pues importante que hagáis constantemente esfuerzos para triunfar sobre vuestras debilidades y despertéis las virtudes que dejáis demasiado a menudo adormecidas en vosotros.
Omraam Mikhäel Aïvanhov (!900-86)