Josep Prats ha escrito un libro breve y potente, que es como un puñetazo en la mesa, bien medido y calibrado y por ello no violento, y también bienvenido por necesario. Y es un excelente libro que atañe por supuesto a la economía pero que va mucho más allá de la economía.

Cayó como del cielo en tres días: recibí el manuscrito un miércoles según bajaba mis correos en la T-4, lo leí el jueves y el viernes se lo envié a Jordi Nadal, el querido editor, con un comentario: «Jordi, este libro es una bomba, creo que debes editarlo».

Si, este libro es una bomba que habla aparentemente de números y de economía. Habla de cómo corregir una situación sumamente precaria financieramente, que nos lleva al fracaso, por otra estable y con futuro. Las recetas que nuestro autor recomienda son de sentido común y algunas de ellas aún más: de justicia. Se podrá estar de acuerdo con todas o solo con algunas, o incluso con ninguna, pero son recetas interesantes e inteligentes. Recetas para un debate civilizado, educado, sin griterío y sin insultos.

En cuanto libro de números y economía, «No sólo se indignen» aporta. Yo lo leí de un tirón y pensé: «aquí hay soluciones». Pero esa aportación no viene porque queramos poner lo cualitativo y económico siempre en primer lugar, sino precisamente por todo lo contrario: poner los números en su lugar adecuado para que no dominen todo nuestro pensamiento y acción. O lo que es lo mismo, solucionar el tema del bolsillo para no estar todo el día hablando del bolsillo.

Desde que tengo el privilegio de conocer a Josep Prats hace ya 23 años, he valorado mucho su pensamiento original y fresco, muchas veces contracorriente, pero siempre brillante e independiente. Esa brillantez e independencia fluyen por las páginas de este libro, con un añadido de humor muy saludable. Y así, el conjunto, lejos de naufragar en la erudición y en la seriedad, se eleva varias notas para hacer fácil lo difícil, en un ejercicio de crítica y autocrítica que creo muy saludable para todos.

Entro ahora en la esencia del libro que, contra lo que pueda parecer, no son los números. El tema central de este libro es la llamada a la responsabilidad de cada uno, que es el opuesto del victimismo. Pienso que es tiempo de reivindicar la responsabilidad como único baluarte para dotar a la sociedad de una espina dorsal fuerte y duradera, y «No sólo se indignen» lo hace brillantemente. Porque de la responsabilidad nace la confianza, y de la confianza el milagro de la creación. Vuelvo en un minuto sobre ello.

En los últimos 35 años España ha avanzado increíblemente. Los de mi generación (soy de 1958) recordamos bien el diferencial brutal que había con Europa en cuanto pasábamos de Irún o La Jonquera: salir fuera oxigenaba. Al volver, en los primeros días, uno se sentía encajonado. El «Africa empieza en los Pirineos» era una media verdad. España iba por detrás mental y económicamente, y también a nivel de instituciones. El país ha cambiado para bien. En muchos ámbitos. Y el balance, como conjunto global, es bueno. Yo diría que muy bueno.

Pero ocurre que el éxito trae complacencia. Y que el refrán «dormirse en los laureles» está muy bien inventado. Un atajo por aquí, otro por allá, una traición por aquí, otra por allá, un «que hay de lo mío», un pensar egoísta, partidista, un ande-yo-caliente-y-ríase-la-gente … todo ello se ha ido convirtiendo poco a poco en moneda común, con la consecuencia de que la responsabilidad se ha ido diluyendo y según ésta se diluye se exige más y más sin dar nada a cambio. Hasta que un día descubrimos que tenemos 30 kilos de más y que no podemos atarnos los cordones de los zapatos. Y cuando ese día llega, que ya ha llegado, la tentación de echar la culpa a los demás es grande.

Vivimos en una sociedad en que poco a poco los derechos se han separando de las responsabilidades, y para que las cosas funcionen ambos deben ir de la mano. Queremos que las calles estén limpias, pero tiramos los papeles y las latas al suelo. Queremos que los políticos cumplan la ley, pero estamos dispuestos a instalar radares en nuestros coches para no cumplirla nosotros. Queremos que haya buenos servicios públicos, pero estamos dispuestos a abusar de ellos sin pensar que tienen un coste elevado… Y así en ese plan, que diría Paco Umbral.

«No sólo se indignen» es un manual para recuperar la responsabilidad de cada uno y la disciplina. Es una llamada a incorporar la mejor actitud, el amor por las pequeñas cosas bien hechas, la atención consciente. Para pensar en el largo plazo. Para pensar con inteligencia y sentido común.

Es un libro refrescante que viene muy bien. Se lee en 90 minutos y al final uno piensa: hay soluciones.

¡Buen trabajo Josep!

Joaquín Tamames