No os excuséis nunca en la fatiga para dejar de hacer los ejercicios preconizados por nuestra Enseñanza. A veces os encontráis fatigados, está claro; pero sólo podréis desprenderos de esta vieja fatiga que arrastráis, contemplando la salida del sol, haciendo ejercicios de respiración y de gimnasia… Algunos dirán que eso va a ser una fatiga más. Quizá, pero es esta fatiga benéfica la que os liberará de la otra. El que permanece con su vieja fatiga, la mantiene. La fatiga tiene miedo de los esfuerzos. Si se los imponéis, se escapa lejos de vosotros. En cambio, si la acariciáis amablemente: «Querida fatiga, quedémonos en la cama, desayunemos juntos», nunca se alejará.
Nada puede justificar que nos dejemos llevar por la inercia.Incluso aquél que tiene las mayores dificultades para caminar, debe esforzarse en dar al menos algunos pasos; y si le es verdaderamente imposible, que procure hacer algún ejercicio con el pensamiento, imaginándose que está caminando. Sí, nunca debemos aceptar la inercia.
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86)