Om shanti. Hace unos días ha habido las celebraciones de Diwali, la fiesta de las luces y al día siguiente Año Nuevo en India. Ambiente festivo, lucecitas de colores, recordando la luz que permanece encendida en cada uno.

En los últimos dos días ha cambiado el tiempo, primero hacía bastante humedad y ahora hace dos días que llueve casi todo el tiempo. Es una escena bien distinta: figuras blancas con paraguas negros moviéndose de un lado a otro. Estoy en Gyan Sarovar. Es un paisaje fantástico: la vegetación esplendorosa, las flores abiertas y fragantes, ardillas que ayer se paseaban casi entre mis pies.
Siento la sutileza de lo que no se ve pero que está. Como si en este mundo hubiera también el mundo de lo sutil: los pensamientos, el efecto de éstos, los sentimientos, lo que cada uno desde el silencio de su mente y de su corazón está sintiendo, la relación que cada uno tiene con Dios….

Una hermana nos sugería revisar cada día: «¿He puesto hoy un ladrillo para el mundo nuevo? La mayor contribución que yo puedo hacer para que el mundo sea mejor es que yo sea nuevo, espiritual y divino cada día”.