Jesús, a sus discípulos que le decían: «Señor, los mismo demonios se han sometido a nosotros en tu nombre», respondió: «No os alegréis de que los espíritus se hayan sometido a vosotros, sino alegraros de que vuestros nombres hayan sido grabados en los cielos.» Y también vosotros, desde el momento que con vuestros pensamientos, vuestros sentimientos y vuestros actos, os esforcéis en participar en la vida divina y propagar esta vida por todas partes a vuestro alrededor, vuestro nombre será grabado en los cielos y ya no os veréis privados de nada. Y que aquellos que se sienten pobres, desamparados y miserables, sepan que nunca es demasiado tarde para hacerse dignos de ver su nombre inscrito.

Los Evangelios relatan que Jesús fue crucificado entre dos ladrones. Uno de ellos le provocaba burlándose de él, pero el otro, que en su alma había sentido su excepcional grandeza, le dirigió esta oración: «Acuérdate de mí cuando estés en tu reino.» Y Jesús le respondió: «En verdad te digo, hoy estarás conmigo en el paraíso.

Omraam Mikhäel Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta Española