Por Joaquín Tamames

12-Sep-2007. Pedro Gamero del Castillo nos ha dejado el pasado 28 de agosto y su prematura partida abre una ausencia importante en el mundo empresarial español, del que ha sido representante destacado muchos y fructíferos años, tanto en los que fue vicepresidente ejecutivo de Vallehermoso como en los más recientes en los que fue presidente de Testa Inmobiliaria, la filial patrimonialista de Sacyr Vallehermoso.

Pedro ha sido un hombre elegante y cabal dotado de una rigurosa formación humanística y con una experiencia vital rica y dilatada, desde sus primeros años en la carrera diplomática al servicio del Estado hasta su brillante carrera directiva después, en la que tanto ha contribuido al mejor conocimiento de la economía española por parte del mundo inversor anglosajón. Con su excelente inglés y educados modales, Pedro Gomero desarrolló y mantuvo importantes relaciones en las principales plaza financieras internacionales, y ha sido por ello uno de nuestros mejores embajadores económicos en su incansable labor de presentar a España como un destino de inversión alternativo o complementario a otros mercados desarrollados. Su prestigio internacional le llevó a presidir la European Property Federation, que pierde con su partida una referencia de primera magnitud.

Dotado de un finísimo sentido del humor y de una inteligente ironía, Pedro ha sido para muchos de sus amigos y colaboradores una referencia estable e inspiradora, una presencia siempre accesible que ha aportado modernidad y seriedad a la percepción de España como destino inversor. Trabajó siempre desde un segundo plano, ajeno a los titulares de periódico, pero aportando desde detrás una gran influencia basada en un profundo conocimiento de los ciclos económicos y de la realidad subyacente. Pero además de su faceta empresarial, debe destacarse su profundo conocimiento de la historia y de la naturaleza humanas, su interés por todo cuanto acontece y su fresca y muy ecuánime observación de lo que ocurre, que hacían de él un hombre de profundo criterio y contemporáneo, en el sentido que Ortega y Gasset daba a esos hombres elegidos y nobles en los que se puede confiar.

Con Pedro hemos hablado muchas y gratas veces de empresa y de economía, pero también, creo que con igual o más interés, del más allá y del misterio de la vida en su brevedad y frenesí. Coincidimos repetidas veces en la potencialidad del hombre para alcanzar cada vez mayores cotas de consciencia y progreso, a pesar de tantas tragedias como asolan el mundo, a pesar de nosotros mismos. Su esencia vital, disimulada a veces por su sobrio porte, era optimista y positiva. Pedro tenía así un rico mundo interior, en el que seguro guardaba algún tesoro.

Pedro Gamero del Castillo ha utilizado bien los talentos que le fueron dados y otros que ha ido desarrollando con su esfuerzo y tesón, y ha sido un hombre de provecho en el sentido literal del término. Ahora en otro plano, y sin las limitaciones que nos imponen este cuerpo y esta mente, estoy seguro de que Pedro seguirá trabajando en silencio, lejos de los titulares, con su discreción habitual y con la mirada bien puesta en un futuro mejor. Sirvan estas líneas para agradecerle su gran contribución en todos los aspectos, y para celebrar con alegría su señorío y su presencia.