La desesperanza es una enfermedad muy extendida en la tierra.

El camino puede verse lleno de obstáculos y de tristeza.

Pero también se nos han dado los elementos para andar livianos por el sendero. En esa ligereza hay un gozo especial.

Cada uno de nosotros debe averiguar qué piedras sobran en la mochila: desde luego el odio, la ofuscación, el apego, la envidia, y tantas otras.

Porque la cerradura de la puerta nunca está echada. Más allá de esa puerta está nuestra morada.

No hay que temer, a pesar del ruido y de la desesperanza.

El Maestro nos aguarda.

Percibid vuestro esfuerzo.
Regocijaos en vuestro sendero.
Sed agradecidos ante el Dador de todos los Tesoros.
El escuchará con atención vuestra plegaria incluso en medio del mayor griterío callejero.
No caigáis en la desesperanza.
Llamad a la puerta. Su cerradura nunca está echada.
Y el Maestro os aguarda dentro de Su Casa.
No comáis de la mesa del Señor,
Mas escuchad atentamente Sus Palabras.

Las Hojas del Jardin de Morya I, La Llamada, sutra 329, 3. 1924, Agni Yoga Society, Nueva York. Foto: las montañas de Bhutan, 14 mayo 2010