La Unión Europea, distinguida con el Premio Nobel de la Paz, es un ideal en construcción.

La construcción avanza lenta, para muchos de modo frustrante, pero para los padres de la idea, que la soñaron, el progreso parecería milagroso.

Cada vez más personas sueñan con una tierra unida.


Ese es el gran proyecto de la humanidad: tender la mano, en realidad, a todo ser humano.

Como Europa, el gran proyecto está todavía en construcción, más aún, en los cimientos.

Pero para que los milagros puedan darse es preciso pensar antes en esos milagros.

Hay un camino y un punto de encuentro cada vez menos lejano.

Pero no hace falta esperar a esa futura unión para vivir ya ese espíritu del que hoy nos habla Aïvanhov.

Es tiempo, para los que quieran ir por el camino de la sabiduría, de intentar también buscarnos en el otro.

Con el fin de establecer la paz en el mundo, hemos visto cómo se fraguaban proyectos de una Europa Unida, de una Asia Unida, de una América Unida, o de una África Unida… Ciertamente, esto representa un gran progreso, pero nada se resolverá verdaderamente de esta manera, ya que en lugar de que sea un país el que se abalance contra otro, podrá ser un continente contra otro continente… Asia contra Europa, ¿acaso esto sería mejor? Sólo la «Tierra Unida» puede resolver todos los problemas. La Tierra Unida, es decir toda la tierra unida en una única familia.

En efecto, la única solución a los problemas de la humanidad es la fraternidad universal: que se unan todos los pueblos, que se tiendan la mano. Un día, de todas partes, se clamará para que esta fraternidad se realice por fin, y este será el día más hermoso de la historia de la humanidad.

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). “Pensamientos cotidianos”, Editorial Prosveta.  Imagen: Expedición Mamostron-Kangri (India), agosto 2011 (foto de Jonás Cruces http://www.todovertical.com/)