La vida cotidiana nos proporciona el mejor campo para nuestro progreso.

Contamos cada día con innumerables oportunidades para manifestarnos desde nuestro centro, nuestro eje.

Cuando vivimos desde la consciencia de ese centro, todo se ordena alrededor.

Nuestra contribución entonces puede ser más armoniosa y podemos transmitir paz y calma.

El mundo está siempre convulso, pero cada uno de nosotros puede actuar sobre si mismo.

La conquista de uno es el preludio a la conquista del mundo.

Esa conquista está en nuestro interior.

Los sabios ya han llegado.

La Iniciación es una victoria sobre los cuatro elementos: tierra, agua, aire y fuego. Pero en la actualidad la Iniciación ya no se hace en los templos, se hace en la vida cotidiana, porque los cuatro elementos están ahí, en la existencia cotidiana, y es ahí donde debéis afrontarlos demostrando que habéis vencido al miedo, a la codicia, al egoísmo, a la sensualidad, etc. A menudo fracasáis por una nimiedad, porque esperabais veros sometidos a grandes pruebas: no visteis el pequeño problema que se os estaba presentando y tropezasteis.

Cuando somos advertidos de que deberemos afrontar grandes dificultades, nos armamos mejor, nos hacemos más resistentes, porque sabemos lo que nos espera. Pero cuando somos cogidos de improvisto, podemos caer ante el menor obstáculo. Os corresponde pues a vosotros estar siempre vigilantes y despiertos, sabiendo que cualquier circunstancia de la vida puede convertirse para vosotros en una prueba iniciática.

Omraam Mikhäel Aïvanhov (1900-86). Imagen: Pintura de Nicholas Roerich: “Command of the Master”, 1947