Hoy se nos regala una bonita analogía.

Ocurre ya de hecho aquí en la tierra, entre los humanos. Hay personas a las que queremos acercarnos pues nos dan alegría, nos reconfortan.

Y ocurre más aún a nivel sutil, en una espiral que se auto alimenta.

Porque la emisión de pensamientos puros y luminosos siempre se registra en algún lugar.

Una forma de trabajo es enfocar la mente a misiones de ayuda y amor a los que sufren y necesitan esa ayuda y amor.

Y también podemos enfocarla en actitud de agradecimiento a los seres cuya vida ha sido un ejemplo de amor y de compasión.

Si: cuando nuestros pensamientos son puros y limpios, hermosas Presencias vienen a nosotros y nuestro semblante cambia.

Un mensajero llama a la puerta y nos trae noticias del otro mundo.

El alba nos habla y nos invita a buscar la pureza.

Queréis recibir la ayuda de las entidades celestiales y sus bendiciones. Pero ¿cómo pueden sólo percibiros si no hacéis nada para atraer su atención? Enviadles por lo menos algunas señales luminosas. ¿Cómo? Proyectando cada día a través de vuestro corazón, de vuestro intelecto, de vuestra alma y de vuestro espíritu algunas chispas, algunos fuegos artificiales con colores puros. Y al verlas, estas entidades se dirán: «¡Oh, hay una fiesta allá abajo, vamos a ella!» Entonces se acercarán, y lo que verán les parecerá tan hermoso que entablarán amistad con vosotros; e incluso podrán venir a instalarse en vosotros para ayudaros, y todo se volverá fácil. He aquí porque debemos tomarnos en serio el trabajo espiritual; es la única manera de atraer la presencia y la ayuda de los espíritus superiores. Sólo son sensibles a la luz emanada por los seres que trabajan para la realización del Reino de Dios en la tierra.

Omraam Mikhäel Aïvanhov (1900-86),  “Pensamientos cotidianos”, Editorial Prosveta. Imagen: “The messenger” (!946), variante de las versiones de 1922 y 1924, pintura de Nicholas Roerich.