Hoy se nos llama a una visión más amplia, desde otra atalaya.

A ras del suelo es muy difícil captar la perspectiva, y todas las barreras parecen infranqueables.

Desde la atalaya vemos las alturas y los obstáculos, pero también los caminos de salida.

Nos dirán que hay millones de personas que no tienen acceso a esa atalaya y que nuestras palabras son huecas.

Pero todo el mundo tiene una atalaya dentro. Y esa es la más importante.

Hablamos del Yo superior, tantas veces mencionado en estas notas matutinas.

Desde el yo inferior, que es el ego o personalidad, nos cuesta entender y las barreras son muy altas.

La gran cuestión es cómo encontrar esa atalaya interior, cómo subir a ella.

Un buen amigo escribió ayer: “El silencio es siempre un valor positivo, pero cada vez mas raro”.

La atalaya nos pide humildad y silencio.

Os encontráis con dificultades y obstáculos, está claro… Pero si los tomáis demasiado en serio, os meteréis en situaciones complicadas, porque precisamente las dificultades y los obstáculos sólo pueden ser superados si comenzamos minimizando su gravedad.

En realidad, creedme, vuestro verdadero Yo no es alcanzado por vuestras desgracias. Vuestro verdadero Yo está por encima de todas las vicisitudes de la vida. Así pues, por muy duras que sean las pruebas que debáis afrontar, decíos: «Evidentemente, estos acontecimientos son reales; tal fracaso, tal decepción, tal accidente, no puedo negarlos… Pero ¿acaso eso me pasa a mí verdaderamente? No, yo soy un espíritu eterno e inmortal, y estos inconvenientes los está viviendo otro diferente a mí; eso no es más que una ilusión de la que yo soy el espectador.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta.  Imsgen: “Campo de lavanda”, acuarela de Dora Gil. http://www.doragil.com