El pensamiento de hoy habla de la gran medicina del agradecimiento.
Cada día nos da múltiples ocasiones para agradecer.
El agradecimiento remueve energías muy sutiles y supone entrar en una profundísima forma de comunión con la Vida.
El agradecimiento implica humildad pero no conformismo.
Es compatible con la consciencia respecto del largo camino de regreso a casa (con la consciencia de nuestras limitaciones desde la materia).
Supone sobre todo la actitud de “los pies en la tierra, la mirada en el cielo”.
Hay fuerzas sanadoras y fuerzas que nos enferman. La sabiduría está en frecuentar las primeras.
Una sola jornada vivida en actitud de agradecimiento es curativa.
A veces recordamos nuestra filiación divina…
Acostumbraos a dar gracias. Sí, dad gracias en cada instante, e incluso a pesar de lo que os suceda: en medio de las dificultades, de las penas, de los sufrimientos, no ceséis de dar gracias. De esta manera neutralizáis los venenos producidos en vosotros por estos estados negativos, cicatrizáis las heridas, porque ninguna herida interior resiste al sentimiento de agradecimiento. Así pues, dad gracias hasta sentir que todo lo que os sucede es por vuestro bien. Desde ahora, decid: «Gracias Señor, gracias Señor…» Dad gracias por lo que tenéis, pero también por lo que no tenéis, por lo que os alegra, y también por lo que os hace sufrir. De esta manera mantendréis en vosotros la llama de la vida. Me diréis: «¿Basta con eso?» Sí, practicad este método y constataréis los resultados.
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Escena en Howrah, Calcuta, agosto 2011