Aïvanhov nos sugiere que la piedra filosofal somos nosotros.

También se lee en el Evangelio de San Juan: “Sois Dioses”.

Otras tradiciones hablan del ser humano como deidad en potencia.

Ese es el punto de llegada, pero estamos todavía atascados en manifestaciones inferiores que retrasan nuestra evolución.

Pero el material está ahí, esperando que llegue el escultor, que somos nosotros.

Hay una varita mágica que otorga todos los poderes para hacer el bien.

Y el camino comienza cuando transformamos los pensamientos egoístas y mezquinos en pensamientos generosos y desinteresados. 

La piedra filosofal, el elixir de la vida inmortal, la panacea universal, el espejo mágico, la varita mágica son cinco símbolos del trabajo que el discípulo debe realizar para ser digno de recibir la Iniciación.

Cuando transforma sus pensamientos y sus sentimientos egoístas y mezquinos en pensamientos y sentimientos generosos y desinteresados, prepara la piedra filosofal que transmuta los metales viles en oro.

Cuando, mediante una vida pura, regenera las células de su organismo, destila el elixir de la vida inmortal.

Cuando desprende a su alrededor la luz y el calor, trabaja con la panacea universal.

Cuando ha aprendido a proyectarse hasta las regiones más elevadas del mundo espiritual, recibe mensajes del espacio, y los objetos y los seres vienen a reflejarse en su alma como en un espejo mágico.

Finalmente, cuando adquiere el pleno dominio de sí mismo, entra en posesión de la varita mágica que otorga todos los poderes.

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos (www.prosveta.es). Foto: niñas de la residencia de Anand Bhavan,  Howrah, West Bengal, India, en 2006