«Cuando estamos al pie de una montaña, nuestra visión es limitada; pero si ascendemos hasta la cima, nuestra mirada alcanza muy lejos y descubrimos toda una inmensidad a nuestro alrededor. El símbolo de la montaña, con su base y su cima, también se encuentra en nosotros. La base, es el intelecto y el corazón permanentemente ocupados en realizar cálculos que limitan o enturbian nuestra visión y nos inducen al error. Incluso aunque durante un momento estos cálculos revelen ser eficaces, con el tiempo es poco probable que los resultados continúen respondiendo a nuestras expectativas. La cima, es el espíritu que ve todo con exactitud y desde muy lejos, el espíritu que nos guía y nos reafirma en nuestra certeza. El espíritu nos dice: «Esto es lo que sucederá», y estas predicciones se realizan. En la plena luz de la cima no hay lugar para la incertidumbre ni para los errores.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: río Parga (Lugo), 18 de marzo de 2016 (cortesía de Koldo Aldai)