Se inicia en marzo un período de gran belleza, quizás los meses más hermosos y plenos del año, donde la ambrosía de la vida es más patente.
Siempre es buen momento para iniciar un ciclo de limpieza interior, de práctica de la buena voluntad, de pensamientos elevados.
Un poco más arriba de la espiral hay otra región aún más purificadora: la de los pensamientos sagrados.
El simil del sol es de nuevo aplicable. Puede llenarnos de una luz potente, reveladora.
Todos los días, en este ciclo tan hermoso de la naturaleza, podemos buscar un punto de conexión con lo Divino. Cerrando nuestros ojos al sol, podemos dar gracias y pedir por la humanidad, por los que sufren, que son tantos.
Algunos sólo hablan de tristeza y de problemas. Son muchas las premoniciones que convocan la exclusión, el miedo. Los medios de comunicación viven de ello, de nuestra debilidad. Hay que releer lo que dijo Jesús al respecto.
Y aquel que trabaje cada día en cultivar pensamientos sagrados no sólo será maná para la tierra, sino que encontrará al Divino en todas partes.
Meditad sobre el poder del sol que penetra en la tierra con sus rayos: es gracias a ellos que ésta se cubre de hojas, de flores y de frutos. El mundo entero se nutre gracias a esta penetración del sol en la tierra. Y vosotros, podéis hacer un gran trabajo con la meditación y la concentración, para que los rayos de sol penetren en vosotros, así como penetran en vosotros el alimento, el agua y el aire. En efecto, eso es posible: siendo conscientes de que a través de sus rayos el sol os comunica su vida, os preparáis para recibirlos. Abrís en vuestro interior miles de puertas por las cuales pueden entrar estos rayos. Y no sólo mejoráis vuestra salud, sino que purificáis vuestros sentimientos, ilumináis vuestros pensamientos.
Omraam Mikhäel Aïvanhov (1900-86): pensamientos cotidianos. Foto: Omraam Mikhäel Aïvanhov orando al sol