Nos piden ser audaces, nos piden pensamientos puros.

Pensamientos que limpien, que preparen el camino, que acojan.

Pensamientos que sean refugio para la humanidad doliente, y no azote para la humanidad doliente.

La humanidad doliente insiste en el azote, sea de pensamiento o de acción.

Pero nosotros podemos contrarrestarlo con nuestro trabajo, con ese perfeccionamiento incansable al que se nos llama. Algunos ya alcanzaron la maravillosa cima de ese perfeccionamiento, y son guía y luz.

Todo son excusas para satisfacer a nuestro ego.

Pero cuando las excusas acaban, cuando asumimos nuestra responsabilidad desde el alma, aparece ante nosotros un campo virgen, inmaculado.

Y entonces recibimos la luz.

Escuchamos con detenimiento los pensamientos puros.
Recibiréis el conocimiento y recorreréis el sendero puro,
mas, cuidaos de la ira y de la duda.
Si vencéis, recibiréis la luz.
Si titubeáis, el torbellino oscurecerá vuestra alma.
Perfeccionaos, amigos Míos, incansablemente.
No neguéis la Voz del Espíritu, suprimid sólo
las voces terrenas.
Sed audaces – estoy con vosotros.

Las hojas del Jardín de Morya I, sutra 25, 1924, Agni Yoga Society, Nueva York