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El texto hoy de Aïvanhov es una gran medicina, es exilir para vivir una nueva vida.

Múltiples maravillas nos revelan, pero caminamos semidormidos.

Quitar el velo, despertar siquiera un rato, pasar el umbral de esta puerta, nos permite ver otro horizonte.

“Abrimos las puertas”, nos dice también Roerich con su bella pintura.

Salir por la mañana con ojos para descubrir, para ver más allá de lo aparente.

Lo aparente nos ofusca, mata nuestra visión, nos apaga, nos mata en vida.

Buenos días al mundo, se nos sugiere hoy: con la alegría y la certeza que acabamos de ver en los niños en la noche de Reyes.

Detrás del cielo gris siempre está la inmensidad despejada, azul, limpia.

Cuando os despertáis por la mañana, no os olvidéis de sonreír al mundo entero, de saludar a toda la creación: «Buenos días, buenos días, buenos días…» Veréis que durante todo el día, aunque estéis solos, no sentiréis soledad, porque de todas partes os llegará un eco: «Buenos días, buenos días, buenos días…» Los humanos no saben recuperar el contacto con el mundo por la mañana: salen de sus casas replegados en sí mismos, ven y oyen a los demás cuando pasan por su lado, pero no les miran, no les escuchan. Con mayor motivo, no piensan que el mundo entero está poblado de criaturas que merecen sin embargo que se les envíe un pensamiento amistoso, que se les deseen cosas buenas: luz, paz, alegría… ¿Tan difícil es abrirse, sonreír, dar el primer paso? Esperan que sean los demás los que lo den y, mientras esperan, se lamentan porque se sienten solos. Así pues, comenzad desde hoy a cambiar de actitud y nunca más os sentiréis solos.

Omraam Mikhäel Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos. www.prosveta.es. Pintura de Nicholas Roerich: “And we open the gates”, 1922