El pensamiento de hoy nos invita a preguntarnos “¿Quién soy yo?”.

Es la pregunta clave de nuestra existencia, pero normalmente el ser humano la elude o confunde la respuesta.

Nos habla Aïvanhov de buscar en nuestro interior las huellas de la divinidad, que son las de nuestra naturaleza superior.

Una parte de nosotros tira hacia esa búsqueda. Otra, sin embargo, se deja arrastrar más y más hacia la densidad de la materia.


En la tierra nos manifestamos como materia, pero esa materia puede estar habitada o inhabitada por el espíritu.

Cuando descubrimos que somos un alma inmortal se abre una puerta.

La puerta nos da paso a un largo camino, el que nos lleva de la esclavitud a la libertad.

Al principio del camino hay muchas distracciones que nos retienen mucho mucho tiempo y nuestro caminar es circular y muy pesado.

Es tiempo de empezar a caminar hacia el destino, allá a lo lejos amanece un nuevo horizonte.

El camino es muy largo pero fuerzas poderosas vendrán en nuestra ayuda.

Dios está en nosotros y fuera de nosotros, y lo mismo podemos decir de nuestro Yo superior. La mayoría de los humanos, no tienen una conciencia lo suficientemente desarrollada para sentir la presencia en ellos de esta entidad sublime que es toda luz, todo amor y todo poder. Por eso, el primer trabajo del espiritualista, es buscar dentro de sí mismo todas las huellas de esta presencia, sabiendo que ella es su yo verdadero. Ha sido dicho: «Conócete a ti mismo.» Para conocerse verdaderamente, hay que conocerse arriba, en el mundo divino. Mientras el ser humano no tenga conciencia de existir arriba, como una parcela de la Divinidad, no se conocerá, ni poseerá ninguna de las cualidades divinas. Conocerse, es haberse encontrado a sí mismo, al mismo tiempo que haber encontrado a Dios. Al encontrar a Dios, encontramos el amor, la luz, la libertad, la felicidad, y no sólo lo encontramos en nosotros mismos, sino también en todos los seres humanos, y también en los animales, en las plantas, en las piedras. Cuando hemos encontrado a Dios en nosotros mismos, le descubrimos por todas partes, en toda la naturaleza, y esto es verdaderamente conocerse.

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: las dehesas de El Escorial, 31 diciembre 2012, foto de Fermín Tamames