Hoy hablamos del principio divino en nosotros.

Permanece largo tiempo desactivado, muerto.

Una parte de la humanidad lo rechaza cuando afirma que solo somos materia.

Pero cuando ese principio despierta empezamos el camino de regreso.


La vida humana puede orientarse al servicio de uno solo o al servicio divino.

En el primer caso, el hombre vive dividido, incompleto.

El denso velo material oculta una luz que en realidad está en nuestro interior.

¿Seremos capaces de encenderla?

«A medida que avanzáis en la existencia, tomáis conciencia de que estáis habitados por diferentes tendencias, algunas mejores que otras. Pero no basta con tomar conciencia: tenéis que admitir también la necesidad de hacer una selección entre todas estas tendencias, y concentraros en aquéllas que os parezcan más nobles, más constructivas. De esta manera vais a descubrir, poco a poco, la presencia en vosotros de algo luminoso, poderoso, que antes no conocíais. Esta presencia es la del Principio divino que habita en vosotros y que espera que os pongáis a su servicio. Ponerse al servicio del Principio divino es encontrar cada día los valores morales, espirituales, que merecen que les deis prioridad.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta.  Imagen: “Star of the hero”, pintura de Nicholas Roerich (1936)