La llamada de hoy es a hacer de este día algo más útil, más bello, más valioso…
Cada momento en la vida es irrepetible, y por ello más y más personas despiertan a la realidad de intentar vivir en mayor consciencia.
Intentar vivir desde esa consciencia aporta claridad de mente y calma, y eventualmente paz y armonía.
Pensamos que tenemos todo el tiempo del mundo para retomar lo importante, pero la vida se escapa en lo que Boris Vian llamó muy acertadamente la espuma de los días.
Los días se nos van muchas veces sumidos en ofuscaciones, enfados, críticas, disputas, quejas…
Hoy es el último día, se nos dice figuradamente. Es una forma de decir que lo que importa es el ahora, no el pasado ni el futuro.
Jesús lo dijo con otras palabras.
Hoy es una gran oportunidad.
«Para ser conscientes de la importancia del día de hoy, debemos hacer como si fuese el último. Algunos dirán que es horrible tener así continuamente en la cabeza el pensamiento de la muerte, pero se equivocan. En realidad, vivir cada día como si fuese el último no nos empuja hacia la muerte, sino hacia la vida. Cuando alguien se comporta con despreocupación, con descaro, como si no le pasaran los años, entonces sí, camina hacia la muerte, porque despilfarra la vida.
Si los sabios han aconsejado vivir cada día como si fuese el último, es para que tratásemos de hacer del día de hoy algo más útil, más bello, más valioso… ¡algo único! No se trata de creer verdaderamente que el de día de hoy vaya a ser nuestro último día, sólo es un método pedagógico para incitarnos a darle más sentido y belleza y a preparar los días siguientes. «
Omraam Mikhäel Aïvanhov (1900-86), “Pensamientos cotidianos”, Editorial Prosveta. Imagen: puesta de sol en Antigüedad (Palencia), quinta foto de la serie de cinco, 30 junio 2015 (Marga Lamoca)