El pensamiento de hoy lleva nuestra comprensión más allá.

Nos dice: “podéis derramar tesoros, distribuir vuestro amor hacia todo el universo”.

Nos invita a un trabajo sagrado, potente, vivificador, regenerador y limpiador.

No es un trabajo que podamos hacer desde la distracción y el ruido. Requiere silencio, armonía y comunión.

Ese es el amor que hoy necesita el mundo: el respeto a todo lo creado, que se convierte en sagrado.

Las condiciones no son propicias, pero nunca lo han sido.

Nuestra consciencia colectiva empieza a despertar.

Esta madre india, desde su preciosa sonrisa, nos dice: “somos hermanos”.

Son raros los hombres y las mujeres que saben amar. Por esto, incluso cuando piensan que han encontrado lo que llaman su gran amor, son desgraciados. Porque el amor no consiste en concentrar toda su atención en un hombre o en una mujer; limitándose así uno se empobrece. Para amar verdaderamente, debéis ser capaces de hacer entrar en vuestro amor hacia un ser, el amor hacia todo el universo, hacia todas las criaturas, hacia toda la creación, desde las piedras hasta las estrellas, es así como derramáis tesoros en su alma. Decir a un hombre o a una mujer: «Sólo te amo a ti», no es muy beneficioso para él; al contrario, es el medio más seguro de empobrecerle. Porque vosotros no podéis darle nada con vuestro amor, si vuestro corazón no está ya lleno con el amor que sentís hacia otras criaturas.

Omraam Mikhäel Aïvanhov,  Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: consulta médica en el dispensario de Pilkhana, del programa Colores de Calcuta de Fundación Ananta, noviembre 2008