«La naturaleza está viva y debéis considerarla con respeto. Diréis: «No veo en qué mi respeto puede cambiar algo para ella.» Admitamos que no cambie nada para ella, pero hacedlo al menos para vosotros. Si sois atentos con las piedras, con las plantas, con los animales, con los humanos, y hasta con los objetos que os rodean, vuestra conciencia se desarrolla, se ensancha, y os enriquecéis con toda esta vida que respira y que vibra a vuestro alrededor. Mientras no comprendáis esto, no os extrañéis si seguís sintiéndoos inquietos, desorientados, en el vacío. Para salir de esta situación, pensad que estáis conectados con las fuerzas y las entidades luminosas de la naturaleza, y que podéis comulgar con ellas. Esta comunión diaria e ininterrumpida con una multitud de criaturas, es la verdadera vida. Pero, diréis: «¿Cómo conseguirlo?» Con el amor. El único medio posible es el amor. Si amáis a la naturaleza, ella hablará en vosotros, porque también vosotros sois una parte de la naturaleza.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: calle florida en Madrid, 8 de abril de 2016