Hoy se nos habla de la varita mágica que todos los seres humanos tenemos.

Con el pensamiento podemos permanecer en las regiones cenagosas o elevarnos a las alturas, donde el cielo es siempre azul.

Con el pensamiento podemos trabajar tanto o más que con las palabras, los discursos, los actos.

El pensamiento limpio, enfocado, amoroso, es un gran foco de luz regenerador y limpiador de la humanidad.

Hoy es el día para empezar con ese pensamiento que primero nos limpiará por dentro para después limpiar el mundo.

Ese pensamiento enfocado y potente surge del contento y de la confianza de sabernos almas.

La varita mágica espera que la usemos.

Es tiempo de hablar menos,  de juzgar menos, de especular menos: es tiempo de renovarnos por dentro.

A partir de ahí, la varita mágica empezará a trabajar.

Con el pensamiento poseemos un extraordinario medio de acción. Sí, porque el pensamiento, que nos permite comprender, nos permite también actuar. Es mucho más que una simple facultad que tiene por finalidad el conocimiento, es la varita mágica, el instrumento del todopoderoso. Evidentemente, sólo podéis experimentar este poder del pensamiento cuando hayáis despejado el terreno, es decir después de liberar todas vuestras preocupaciones ordinarias, mediocres, que lo pueden entorpecer. Cuando lleguéis a conseguirlo, y tengáis vuestro pensamiento bajo control, podréis orientarlo en la dirección que deseéis para que haga un trabajo: regularizar, ordenar, armonizar las partículas y las corrientes en vosotros y en el mundo entero. Dais ordenes, os concentráis en una idea, sobre una imagen, sobre un proyecto, y es el pensamiento el que trabajará, el que buscará los materiales y los organizará.

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). “Pensamientos cotidianos”, Editorial Prosveta. Imagen: Camino del Pico de Malajasna, Cercedilla, 9 diciembre 2012. Foto de Olga Melero