Hoy se nos habla de un trabajo silencioso.

Es un trabajo en apariencia muy simple, y en el que todos podemos colaborar.

El amor y la luz que podemos proyectar viaje en lo sutil, y llega lejos, muy lejos…

Llega a los padres que han perdido al hijo, al enfermo en su dolor, al que sufre… Llega a todos los seres que sienten.

Nuestros pensamientos y sentimientos son corrientes de energía, vamos descubriendo poco a poco…

Es nuestra responsabilidad pero sobre todo nuestro privilegio crear pensamientos nobles y puros, y derramarlos por el mundo.

Día tras día, esa puede ser nuestra aportación, para llenar el espacio de corrientes amorosas.

Según lo hacemos, notaremos corrientes sanadoras en nuestro interior.

«Habéis meditado profundamente durante mucho tiempo enviando luz y amor al mundo entero, y después salís a caminar por la calle. Cuando volvéis a vuestra casa, no tenéis la impresión de haber hecho nada especial… Pues bien, os equivocáis. Si fueses clarividentes, veríais el bien que vuestra presencia ha podido hacer sin que vosotros lo supierais, a las personas con las que os habéis cruzado. Algunas que tenían proyectos maléficos, han abandonado estos proyectos; otras, que estaban trastornadas, desesperadas, han vuelto a encontrar un poco de serenidad y de ánimo. Todo depende del poder y de la sinceridad de vuestras aspiraciones.

Vosotros no sois los únicos afectados por vuestros estados interiores: influencian también a los que están a vuestro alrededor. Creedme, un día podréis incluso verificarlo. Cuando lleguéis al más allá, el poder del mundo psíquico se revelerá a vosotros. Descubriréis que vuestros pensamientos y vuestros sentimientos eran corrientes de energía que actuaron en el invisible para arrastrar a los seres hacia el mal o hacia el bien.

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: en el Camino de Santiago, septiembre 2012 (Olga Melero)