Aïvanhov en su obra “Sois Dioses” entronca con la tradición hindú de las deidades que recogen los upanishads.

El ser humano, se nos dice en múltiples fuentes, alberga la semilla divina en su interior.

Pocos la riegan para hacerla crecer, pero aún así la semilla sigue ahí, esperando: aunque la ignoremos y traicionemos.

El pensamiento de hoy se refiere a regar ese potencial, a encender esa chispa.

Ese despertar pudiera tener un efecto revolucionario en los asuntos e intercambios humanos.

El Namasté oriental de “reconozco a la divinidad que hay en ti” podría entonces aplicase a la vida cotidiana.

Renovaría nuestra consciencia para intentar vivir ese potencial, desde el mayor respeto por nosotros y por el otro.

Cada uno de nosotros velaría para poder vivir y relacionarse desde el Yo superior…

Una parte creciente de la humanidad busca vivir en verdad.

Incluso en el ser humano aparentemente más insignificante, se encuentran cualidades y virtudes que esperan el momento de manifestarse. Es por ello que, antes de ocuparse de los defectos de sus discípulos, un Maestro procura que aparezcan todas sus potencialidades divinas. Así es como yo trabajo con vosotros, y es de esta forma también que debéis trabajar alimentando pensamientos sagrados los unos hacia los otros. Alimentando estos pensamientos sagrados, dejáis de preocuparos de los detalles que no son tan gloriosos, para concentraros sobre el Principio divino en los seres. Realizáis así un buen trabajo sobre vosotros mismos, y ayudáis también a los demás. Mientras que ocupándoos de sus defectos, sois vosotros los primeros en perjudicaros porque es como si os alimentarais de impurezas, e impedís también a los demás avanzar.

¡Cuánta gente se imagina que van a ayudar a los demás a corregirse subrayándole sus defectos! En absoluto, al contrario, sólo se puede ayudar a los demás dirigiendo su atención sobre su naturaleza divina.

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta.  Imagen: niña etiope, octubre 2009