Mejor no hablar de los demás si no tenemos nada bueno que decir.
Las flechas envenenadas vuelan por doquier, y la ley del karma hace que siempre vuelvan.
Vuelven en todo tipo d eformas: enfermedads, accidentes, dolor.
El noble silenci es la primera respuesta a los problemas del mundo.
Luego vienen la acción limpia y desinteresada.
Es un círculo virtuoso.
Los sabios insisten una y otra vez en la compasión por todos los seres que sienten.
«Los humanos están tan acaparados por sus intereses y sus preocupaciones personales que no se ponen, de manera espontánea, en la situación de la gente que les rodea o en la de aquéllos con los que se encuentran. De ahí provienen muchos errores, muchas injusticias y crueldades. Tratad pues de estar más atentos. Cuando vayáis a pronunciaros sobre una persona, preguntaos primero lo que sabéis de su situación. Antes de criticarla, de acusarla, durante unos minutos al menos, haced el esfuerzo de poneros en su lugar: entonces quizá os deis cuenta de que, si os encontraseis en su situación, os conduciríais diez veces peor que ella.
¿No creéis que este tema merece reflexión? Haced sobre todo este ejercicio con las personas que os cuesta soportar y a las que estáis siempre dispuestos a condenar. Poco a poco su comportamiento os parecerá más comprensible, empezaréis a sentir interés por ellas, y hasta quizá una cierta simpatía. De esta manera obtendréis cualidades de discernimiento, de paciencia, de generosidad de las que se beneficiarán, y vosotros los primeros.»
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). “Pensamientos cotidianos”, Editorial Prosveta