«¡Si los humanos pensasen en proteger su vida, en tratar de conservarla en la mayor pureza, tendrían muchas más posibilidades para realizar sus aspiraciones! Porque la vida clara, iluminada, es la fuente de todas las riquezas. Desgraciadamente, muy pocos conocen esta verdad. Lo que muchos llaman «vivir» no es en realidad más que una dispersión, un despilfarro de sus energías, y cuando se encuentran completamente agotados, sin el placer ni las fuerzas para emprender nada, no lo comprenden y se quejan. Deberían más bien reconocer sus errores, y decidir conducirse más inteligentemente en el futuro.

Si los humanos tienen necesidad de una única ciencia, la verdadera, es justamente ésta: cómo conservar su vida pura y luminosa. No deberían olvidar nunca que la calidad de sus pensamientos y de sus sentimientos actúa sobre sus reservas de energías, sobre la quintaesencia de su ser. Y la mejor manera de preservar y de enriquecer su vida, es ponerla al servicio del mundo divino.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: cerca de Foncebadón (León), Camino de Santiago, 15 de febrero de 2016 (cortesía de El Trasgu de Foncebadón)