Refiere el Tao que “lo suave vence a lo fuerte”, la inteligencia vence al instinto.
La imposición violenta ha prevalecido en la historia y sigue siendo un patrón de comportamiento.
Es cierto que poco a poco va cediendo a otras formas más evolucionadas de relación, pero permanece como última ratio.
Nos habla hoy Aïvanhov de imponernos con la luz, el amor, la dulzura, la belleza…
Podemos añadir otros atributos divinos: la verdad, la bondad, la compasión…
Hay mucho que reflexionar en el texto de hoy pues nos indica el camino hacia la liberación.
Cuando estamos en ese camino tomamos consciencia de la futilidad del conflicto humano.
Nos dice la rosa: “reemplazaré todas vuestras miasmas por mi perfume”.
Hay tanto por hacer, y tan hermoso.
Los humanos tienen una necesidad instintiva de imponerse a los demás, e imponerse no es necesariamente malo, todo depende de la forma en que se hace. Por ejemplo, una rosa se impone. Por su belleza, por su perfume, se impone, pero con dulzura. Cuando el sol brilla, se impone para que empecéis a quitaros vuestros abrigos, vuestras chaquetas. Ciertamente que si no lleváis un sombrero, podéis coger una insolación; pero el sol no emplea la violencia, no desciende del cielo con la voluntad de derribaros, dice solamente: «¡Cuidado!, mis rayaos son poderosos, tomad precauciones, sino os quemaréis.» Y la rosa dice también: «¡Cuidado!, si permanecéis junto a mí, remplazaré todas vuestras miasmas por mi perfume.» Como el sol, como la rosa, tenéis el derecho a imponeros, pero con la luz, el amor, la dulzura, la belleza,…
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Foto: exhibición de yoga de Violeta Pérez y José Carballal en la Gala Gatanjali pro Colores de Calcuta en el Teatro Lara de Madrid, 7 mayo 2012. Foto de Fernando Sánchez