Hay veces que sentimos que el mundo nos agrede.

A veces es verdad, pero muchas veces es nuestra visión victimista.

Surge entonces la queja, que en vez de liberarnos de la agresión alimenta el malestar, la incomodidad. Añadimos a las dificultades una carga aún mayor.

La respuesta a los problemas y retos de la vida es seguir caminando, con la  mejor disposición y limpieza.

Se nos dice que el Instructor está al tanto del crecimiento de una brizna de hierba.

Y cuando seguimos caminando, el manantial interno enseguida fluye de nuevo.

¡Cuántas circunstancias en la vida sólo nos causan tristeza! Lo único que no debemos hacer en aquel momento, es quejarnos. Aquél que se queja se cierra interiormente las puertas frente a cualquier mejora de su estado. Cuando habéis sido humillados o han sido injustos con vosotros, os sentís decepcionados, tristes, heridos, y esto es normal. Pero si vais contando todo esto a diestro y siniestro, lamentándoos, sólo agraváis vuestra herida.

Entonces, ¿qué debéis hacer? Olvidad un poco esta historia, y cuando os encontréis con vuestros vecinos, vuestros amigos, en vez de exponerles lo crueles que han sido con vosotros, olvidad esto por un momento. Ellos también tienen ciertamente motivos para sufrir: preguntaos cómo podéis ayudarles y animarles a ellos. Las buenas palabras que pronunciáis de esta manera para los demás, os beneficiarán a vosotros, y con estas palabras podréis curar vuestras heridas.

Omraam Mikhäel Aïvanhov. Foto: