«Parece imposible que podamos vivir sin cesar en la alegría, y es así porque desconocemos la estructura del ser humano. Más allá del cuerpo físico, astral y mental, poseemos aún tres cuerpos superiores: los cuerpos causal, búdico y átmico. Estos tres cuerpos nos ponen en relación con el mundo divino, y si logramos desarrollarlos, ni las preocupaciones ni las penas pueden alterarlos más u oscurecer lo que estamos viviendo en las regiones de la luz.

Por esto cada día, con nuestros pensamientos, nuestros sentimientos y nuestros actos, pero también mediante la meditación y la oración, debemos esforzarnos en mantener la unión con el mundo divino para seguir viviendo en nuestra alma y en nuestro espíritu. Y nuestra alma y nuestro espíritu nos inspiran una manera completamente diferente de ver y de sentir las cosas. Cuando el alma y el espíritu hablan en nosotros, ¡tantas penas desaparecen, así como tantos sufrimientos!… y se transforman incluso en paz, en sabiduría, en comprensión del significado de la vida.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: jardín del Palau Robert, Barcelona, 11 de abril de 2016