Cada mañana nos da la oportunidad para empezar de nuevo.
Hoy el mensaje de Aïvanhov quiere abarcarlo todo para nuestras vidas.
Si: todo lo que nos dice está a nuestro alcance.
Nos pide trabajar para el establecimiento del Reino de Dios en la tierra.
Cuando el cansancio llega hay una frase preciosa que inspira: “Mi Padre trabaja y yo trabajo con Él”.
Cada pequeña cosa ayuda en ese trabajo, cada renuncia a las demandas egoístas de nuestra personalidad limpia el mundo.
Podemos ser instrumentos en la tierra de todo lo elevado, lo noble, lo verdadero.
Y cuando vamos al encuentro de lo verdadero, vamos al encuentro de Dios.
El Cielo se regocija cada vez que uno de nosotros, tras pasar tanto tiempo en la ignorancia, se convierte en conductor del amor divino.
En el primer día de este nuevo año, deseo invocar para vosotros todas las bendiciones del Cielo.
Que vuestro cuerpo esté sano y vigoroso; que vuestro corazón se colme de pura alegría espiritual; que vuestro intelecto reciba la luz verdadera que ilumine vuestro camino; que vuestra alma se convierta en la conductora del amor divino; y que vuestro espíritu, libre de todo obstáculo, escape de todas las prisiones físicas y psíquicas.
Deseo que permanezcáis unidos a la gran jerarquía de las entidades del cielo, con el fin de trabajar con ellas para el establecimiento del Reino de Dios en la tierra.
Deseo finalmente que seáis capaces de superar cada obstáculo que se alce ante vosotros, con el fin de que cada día sea una ocasión para glorificar al Creador.
Omraam Mikhäel Aïvanhov, Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Foto: montañas de Bhutan, mayo 2010