Durante el día hacemos múltiples intercambios: nos saludamos, nos estrechamos la mano, nos abrazamos.

El pensamiento de hoy llama contra la mecanicidad y la falsedad.


Nos recuerda la importancia de estar presentes, no solo en cuerpo sino en alma.

Nos recuerda que cuando damos la mano, más allá de la convención social, hay algo sutil que no vemos.

“Una mirada, un segundo de silencio, una sonrisa en la que se expresa el alma”.

Es una invitación a la a autenticidad frente a la falsedad.

El hombre de hoy estrecha la mano muchas veces sin mirar al otro. Más aún, pensando en cómo engañar al otro…

Hoy habrá miles de millones de intercambios en el mundo.

Que los nuestros sean desde la verdad.

«Darse un abrazo, estrecharse la mano, besarse, o toda otra manifestación de simpatía y de amistad que hacemos cuando nos encontramos, requiere que le prestemos una atención esencial. Si no, es inútil, y no sólo inútil sino perjudicial. Porque toda forma de negligencia en las relaciones humanas tiene efectos negativos en el psiquismo de unos y otros.

Cuando se manifiestan signos externos de consideración o de afecto a alguien, sin poner en ellos el pensamiento y el corazón, sino simplemente porque hay que cumplir con las conveniencias sociales, esto arranca tanto a aquél que los da como al que los recibe. Este algo es imponderable, claro, pero lo esencial para nuestro gozo, para nuestro desarrollo, es siempre algo imponderable. Por eso una  mirada, un segundo de silencio, una sonrisa en la que se expresa el alma, puede aportar mucho más que una manifestación concreta, e incluso que los regalos”.

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: atardecere en Laredo el 9-2-14 (Tinuca Revolvo)