Al pensar en lo elevado podemos inspirarnos.
Lo elevado, lo sutil, está ahí, pero para captarlo se requiere una frecuencia determinada.
Todos tenemos una antena interior para captar esa frecuencia, pero hay que activarla y buscar esa frecuencia.
Pensar en lo elevado ayuda a estar en lo elevado.
Y para ello no hay que huir del mundo. Al contrario, hay que estar en el mundo.
Y, antes de cada encuentro, pensar en lo elevado, para traer a ese encuentro de personas lo más puro, lo más limpio, lo más sutil de lo que seamos capaces.
Un intercambio, y otro, y otro.
Esa limpieza, esa pureza, acabará transformándonos. Es inevitable. Es ley oculta.
Imagen: “Ella Quien Dirige”, original de Nicholas Roerich (1924)
Todos temos uma antena interior para captar essa frequência, mas há que a activar e procurar essa frequência.
Pensar no elevado ajuda a estar no elevado.
E para isso não há que fugir do mundo. Ao invés, há que estar no mundo.
E antes da cada encontro, pensar no elevado, para trazer a esse encontro de pessoas o mais puro, o mais limpo, o mais subtil do que sejamos capazes.
Um intercâmbio, e outro, e outro.
Essa limpeza, essa pureza, acabará transformando-nos. É inevitável. É a lei oculta.
(Muchas gracias, Henrique Bilbao, por la traducción!)