El pensamiento de hoy nos habla de atraer el principio divino para tenerlo ya siempre vivo en nuestro interior.
Ese principio está latente pero oculto bajo muchas capas de impurezas, y por eso no se manifiesta.
El ego, inflado y gañán, oculta la posibilidad de expresión del Ser.
Siempre es tiempo de empezar la limpieza interna para que poco a poco ese principio sea liberado.
Depende solo de nosotros, y la liberación colectiva es la que puede construir la humanidad visualizada por los iniciados.
Una humanidad, en palabras de Rafael Conca, en la que el compartir sea la fórmula de conciliación más utilizada.
Si, hay que preparar la morada para que metafóricamente el Padre y el Hijo habiten en nosotros, para que la Luz esté ya siempre dentro, brillando.
Contamos con el libre albedrío para convocar humildemente esa Presencia.
Los verdaderos millonarios son en verdad los que han hecho esa limpieza y están siempre habitados por la Luz.
Esforzaos en no pasar un solo día sin concentraros en el Principio divino para atraerle hacia vosotros; y no disminuyáis vuestro esfuerzo hasta que sintáis que hace de vosotros su morada. En realidad, el Principio divino ya está en vosotros, forma parte de la esencia de vuestro ser, pero paredes y más paredes os separan de Él, capas de impurezas que habéis formado vosotros mismos con vuestros pensamientos y vuestros sentimientos egocéntricos y desordenados. Todas estas capas de impurezas son tantos otros obstáculos que impiden que el amor de Dios y sus bendiciones lleguen hasta vuestra conciencia, y que impiden que vuestra conciencia se eleve hasta Él.
Jesús dijo en los Evangelios: «Aquél que sigue mis mandamientos, mi Padre y yo vendremos a establecer en él nuestra morada.» Sólo cuando decidáis someteros a las reglas del Principio divino, a obrar según su voluntad, sentiréis que vive y se manifiesta en vosotros.
Omraam Mikhäel Aïvanhov (1900-86), “Pensamientos cotidianos”, Editorial Prosveta. Imagen: pintura de Nicholas Roerich: Arhat (1932)