El intelecto es una herramienta útil y poderosa que define los límites de nuestra mente.

Pero el conocimiento al que llegamos con el intelecto es limitado.

Dice Jesús en el Evangelio Acuario: “El Santo Aliento llama a la puerta de cada alma, pero no puede entrar hasta que el hombre por su voluntad abra esa puerta. No existe en el intelecto ningún poder que pueda hacer girar esa llave; la filosofía y la ciencia se han esforzado por vislumbrar algo de lo que hay detrás de ese velo, pero no lo han conseguido. El manantial secreto que abre de par en par la puerta del alma no puede ser alcanzado más que por la vida pura, la oración y el pensamiento santo”.

Hemos de trascender las fronteras tan próximas y limitativas de nuestra mente y entrar en el mundo del conocimiento, que no es otro que el del alma.

El pensamiento de hoy de Aïvanhov coincide con las palabras de Jesús.

Hay un manantial secreto que fluye en nuestro interior. Podemos acceder a él mediante la vida pura, la oración y el pensamiento santo…

Y cuado ese manantial fluye, empezamos a recordar quiénes somos.

Esforzaos en tomar conciencia de que tenéis a vuestra disposición facultades muy superiores al intelecto. El intelecto sólo es un buen instrumento de trabajo para el estudio y la exploración de la materia. Pero incluso en la vida cotidiana, no es el mejor guía, porque no sólo tiene una percepción parcial de la realidad, sino sobre todo, en el fondo de todo lo que decide emprender, existe un móvil escondido, un interés, un cálculo egoísta que siempre terminará causando trastornos. Después de haber realizado un sacrificio, un gesto generoso, el hombre que se deja llevar por su intelecto, lo lamenta; cree que ha sido muy insensato al oír los consejos de su corazón o de su alma.

El intelecto tampoco es capaz de concebir cómo la fraternidad se realizará entre todos los hombres, cómo la tierra estará formada por una única familia, cómo el mundo entero vivirá en la paz y la armonía. No puede elevarse lo bastante arriba para descubrir los verdaderos remedios, las verdaderas soluciones. Lo que imagina, lo que propone a partir de su visión incompleta y egocéntrica de las cosas, siempre es defectuoso y no resolverá nada de un modo definitivo. Existen soluciones para todos los problemas que se plantean a los humanos, pero para hallarlas es preciso apelar también al corazón, al alma y al espíritu.

Omraam Mikhäel Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos. www.prosveta.es. Foto: Pinky en la fiesta de fin de curso en la Residencia de Anand Bhavan, Calcuta, 24 abril 2010