Hoy se nos habla de los escultores que tenemos en nuestro interior.
Figuradamente trabajarán de una forma u otra en función de los materiales que nosotros proporcionemos.
Se nos sugiere trabajar con el amor, la esperanza y la fe.
Cada uno de estos conceptos abarca hasta el infinito, pero podemos empezar a recorrer ese camino y cada paso nos fortalecerá.
Los escultores interiores tomarán buena nota, aunque con frecuencia nos tropecemos y nos estanquemos.
El fenómeno contrario también ocurre y por esos los humanos nos oscurecemos más y más según pasan los años.
Siempre hay dos caminos: el luminoso y el oscuro. Vivir en vida o morir en vida, esa es la elección en realidad.
“La sonrisa es ya un saludo, una señal de agradecimiento que cada uno dirige a las personas con las que se encuentra incluso antes de hacerlo mediante la palabra, por tanto es importante poner atención en lo que se expresa mediante una sonrisa. Evidentemente, no se trata de fabricarse una sonrisa artificial estudiada en un espejo. Es necesario que esta sonrisa que debe expresar bondad, dulzura y comprensión, provenga naturalmente del interior.
Si sois capaces de descender hasta las profundidades de vuestro ser para buscar allí el silencio y la luz, los escultores que están en vuestro interior sabrán qué nervios, qué músculos deben poner en tensión o distender. Podéis confiar en ellos. Querer fabricarse una sonrisa artificial, corre el riesgo de que os deforme más que otra cosa. Trabajad pues con el amor, la esperanza y la fe, y abandonaos a la inspiración de vuestros escultores interiores.»
Omraam Mikhäel Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Foto: apretujados en un motocarro, Ahmedabad, India, 3 mayo 2009