Algunos de los textos del Jardín de Morya que ya hemos utilizado, como el de hoy, surgen frescos y potentes como el primer día.

Hoy se nos previene de la enfermedad tan extendida de la irritabilidad.

Se nos llama a la alegría, aquella que se ve en ciertas expresiones.

Acaba de decir Dominique Lapierre: “la sonrisa de los niños de Calcuta es mi vitamina”.

Le entendemos bien, y eso es también lo que se nos dice en el pensamiento de hoy.

La instrucción es muy clara: “mediante la alegría, purifica el sendero”.

Si: podemos contemplar el bien como a través de una lupa y minimizar diez veces los signos de la imperfección.

Los medios de comunicación, las tertulias, nuestras conversaciones hacen justo lo contrario: magnifican el mal, minimizan el bien.

La vitamina que recomienda Lapierre es muy barata e inmuniza de todas las enfermedades.

Permanecer como siempre fuimos, en el conflicto, en la irritabilidad, o subir a otro plano, el de la alegría: son las dos opciones.

Mediante la alegría, purificad el sendero.
Mientras seáis discípulos, aprended a dominar la irritabilidad.
Mis discípulos deben tener un ojo compasivo.
Contemplad el bien como a través de una lupa,
    y minimizar diez veces los signos de la imperfección
    para que no permanezcáis como siempre fuisteis.

Las Hojas del Jardín de Morya I, La Llamada), sutra 32, 1924, The Agni Yoga Society, Nueva York. Imagen: jóvenes en Salgaon, Rajhastan, India, mayo 2009