«Los humanos aspiran a la unidad, pero es evidente que no consiguen realizarla. ¿Por qué? Porque no saben que deben buscarla en el espíritu y en ninguna otra parte. Fuera del espíritu, se entra en el campo de la multiplicidad. La hostilidad, la posesividad, todas las tendencias a sentirse diferentes de los demás, extraños a ellos, tienen su origen en que el ser humano se alejó de este estado de perfección en donde todos los espíritus, identificados con el Espíritu divino, no hacen más que uno. En la unidad jamás aparece la más pequeña manifestación de hostilidad.
Algunos seres han ido tan lejos en esta experiencia de la unidad que se sienten vibrar al unísono con todas las criaturas: ya no existe separación, todas las almas, todos los espíritus vibran al unísono y sienten lo que les sucede a los demás como si les sucediera a ellos mismos. Y éste es, precisamente, el objetivo de la Ciencia iniciática: reconducir a los seres hacia esta conciencia de unidad.»
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: barquero en el Ganjes, Benarés, marzo 2010 (cortesía de Jorge Tamames)