El pensamiento de hoy tiene muchas lecturas.

Hay tres mensajes preciosos: amad, trabajad, responded al mal con el bien.

El tercero nos da un campo inmenso para la práctica cada día.

Cada pequeña cosa hecha desde la plena consciencia es una respuesta contra el mal.

El mal, muchas veces, es la indiferencia, la desgana, la distracción en lo banal, la poca atención al prójimo.

A todo podemos responder con el bien, con lo que es correcto y justo.

El mundo puede hoy ser testigo de millones de actos buenos.

Cada día podemos reinventarnos, salir al escenario con una u otra actitud.

Tenemos maestros internos y externos. No desperdiciemos sus enseñanzas.

Según el uso que se haga de la palabra «maestro» en la vida corriente, nos damos cuenta que puede tener varios sentidos. Existe el maestro que transmite su saber a sus alumnos… el amo que ejerce su poder sobre sus criados o sus esclavos… el maestro que destaca en una disciplina, domina una materia, ya sea física, intelectual o artística.

Pero un Maestro espiritual no busca convertirse en un experto en una determinada materia, sea cual sea; sólo es él mismo, su propia materia, ya sea física ó psíquica, que quiere dominar, controlar. No se impone a sus discípulos, le basta con ser lo que es. Son los discípulos quienes deben descubrir cómo deben recibir su amistad, su protección, su luz, porque nunca está lejos de ellos, les acompaña y les habla a cada uno de ellos en una lengua que puedan comprender. ¿Cuál es esta lengua? Por ejemplo: Dice: «Amad» y él mismo da ejemplo del amor desinteresado. Dice: «Trabajad» y él mismo trabaja. Dice: «Soportad los sufrimientos», y él mismo acepta sin rebelarse, todo el dolor del alma y del cuerpo humano. Si es perseguido o acusado injustamente, no se venga. Responde al mal con el bien.

Omraam Mikhäel Aïvanhov,  Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Foto: madre e hijo en el dispensario de Pilkhana del programa Colores de Calcuta