Charla_a_las_madres

Aïvanhov nos habla hoy de algo ya bien conocido.

Hay una voz interior que nos habla, que nos guía, pero que habla en pequeños susurros.

Es la voz del alma, que no miente, no especula, no manipula.

Y no la oímos, o no queremos oírla, por el ruido interno y externo, por las distracciones que nos imponemos y nos imponen.

Cuando llega el silencio empiezan las revelaciones internas, de las que emerge la consciencia del Yo eterno.

Y es desde esa consciencia que surge el bello mantram: “Yo, el alma, surgiré: Yo, el que sirve trabajaré. Que el amor del ser divino se derrame por todas partes”.

Que surja el alma, que surja el Yo, esa es nuestra oración para toda la humanidad.

El silencio es la condición absoluta para que nosotros podamos oír la verdadera palabra, las verdaderas revelaciones. En el silencio, sentís poco a poco los mensajes que os llegan, y una voz que comienza a hablaros. Es ésta la que os avisa, la que os dirige, la que os protege… Si no la oís, es porque hacéis demasiado ruido, no sólo en el plano físico, sino también en los planos astral y mental: sentimientos y pensamientos desordenados que no cesan de chocar entre sí. Esta voz, se la llama «la voz del silencio», e incluso es el título de algunos libros de sabiduría oriental. Cuando el yogui logra calmarlo todo en su interior hasta el punto de detener el fluir de sus pensamientos – porque con su movimiento, el pensamiento también hace ruido – entonces oye en su interior esta voz del silencio que es la voz misma de Dios.

Omraam Mikhäel Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos. www.prosveta.es. Foto: charla pedagógica a madres en el dispensario medico de Pilkhana, Howrah, West Bengal, India, 2009.