Hoy se nos propone un trabajo mágico.

Se nos dice que nos elevemos a las regiones de la luz para coger fuerzas y riquezas, y para bajar luego a distribuirlas.

Alguna vez Sister Jayanti ha hablado de esta práctica maravillosa que primero nos pide intentar estar limpios en nuestro interior.

Si, es una excursión diaria a las regiones de arriba, para allí inspirarnos y llenarnos de lo más puro y verdadero.

Y es entonces, al bajar de nuevo, purificados y fortalecidos, cuando nuestro mirada y nuestras manos pueden ser de ayuda en esa construcción todavía pendiente que es traer el Reino de Dios a la tierra.

A través de este tránsito por las regiones divinas, nuestro trabajo puede tomar otro significado, aunque desde nuestra enorme limitación humana pensemos que no sirve para nada.

Porque significa trabajar con otras fuerzas, ponerse al servicio de otras fuerzas superiores, olvidándose del yo para entrar en el mundo de la impersonalidad del alma.

Todos podemos hacer este trabajo y entonces nuestra ofrenda al mundo se multiplicará cada vez sin que nuestra mano izquierda sepa lo que hace la derecha.

¿Queréis ayudar, apoyar a vuestra familia, a vuestros amigos? Esforzaos en elevaros hasta el mundo divino para recoger la paz, la luz, y volved a continuación para distribuirlas. ¿Qué puede aportar un hombre débil, pobre e ignorante? Incluso, poniendo todo su buen corazón, a menudo sólo agrava las cosas. El único medio de ayudar a los demás, de salvarlos, es volver cada día arriba, a nuestra Patria celestial, que hemos abandonado por un tiempo, y allí, amontonar los tesoros que les llevaremos. Si no, ¿de qué naturaleza será esta ayuda?

Ciertamente vosotros mismos habéis hecho esta constatación. Sí, ¿no hay algunas personas a las que preferís no hablarles nunca de vuestras preocupaciones, porque sabéis que, bajo el pretexto de venir a ayudaros, lo complicarán todo? Entonces, si no queréis ser una de estas personas en quien se evita confiar para no atraer nuevas dificultades, comenzad por ir a buscar en el mundo divino las luces y las riquezas, y podréis después beneficiar a los demás.

Omraam Mikhäel Aïvanhov (1900-86),  “Pensamientos cotidianos”, Editorial Prosveta. Imagen: Pintura de Nicholas Roerich, Pamda Sambhava, 1924