«La Iniciación es un trabajo de memoria. La actividad del discípulo de una Escuela iniciática sólo tiene sentido si comienza intentando recordar el mundo luminoso de donde descendió y hacia el cual debe regresar un día. Gracias a las verdades y a las influencias positivas que recibe y con la ayuda de entidades luminosas del mundo invisible, vuelve a encontrar en él las huellas de ese Paraíso perdido, y esto es para él la mayor bendición.

Pero también debe recordar todos los sufrimientos que ha soportado, e incluso todos los errores que cometió, todas las deudas que contrajo, porque un día deberá reencontrar a todos los seres que dañó con el fin de reconciliarse con ellos y reparar sus culpas para liquidar su karma. Esta es la tarea que le espera al discípulo, es la tarea que nos espera a todos. Sólo aquél que logre corregir todos los errores que cometió y reparar el mal que hizo, será admitido definitivamente en la asamblea de los hijos de Dios.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: el albergue de San Bol al fondo, entre Hornillos del Camino y Hontanas (Burgos), Camino de Santiago, 17 junio 2016