Aïvanhov hoy nos propone sembrar semillas en forma de pensamientos de luz y de amor por un alto ideal.

Disponemos de la preciosa forma humana que nos permite elegir cómo vivir: con consciencia o sin ella, con ideal o sin él, buscando o no la verdad.

Podemos plantar en nuestro interior muchas semillas: bondad, honestidad, amabilidad, dulzura, desapego. También ira, rencor, venganza, odio, afán de conquista.

Cada semilla plantada germinará tarde o temprano.

Según la semilla elegida, en nuestro interior habrá armonía y paz, o una jungla habitada por seres tenebrosos.

Cuando Jesús dice “sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto” nos convoca a la mayor perfección, a plantar las mejores semillas.

Nos da carta blanca para intentarlo, cree en nuestras posibilidades, nos anima a seguir una senda, un camino.

Y en las dudas, en las zozobras, en los cruces de caminos, el Maestro nos da su mano.

Qué gran privilegio, cuando se nos da esa mano.

El Cielo no exige a los humanos que sean perfectos, sino que trabajen en su perfeccionamiento. Cada uno debe decirse un día: «Ahora, ya lo comprendo, debo sembrar semillas en mi alma, pensamientos y sentimientos de luz, el amor por un alto ideal… Y no cesaré de velar por ellos, de calentarlos, regarlos y nutrirlos con todo lo mejor que poseo. El universo está regido por leyes, y la primera de estas leyes es que cualquier semilla termina dando sus frutos.» Esta es la verdadera fe. Así pues, cualquiera que sea vuestra religión: cristianismo, islam, judaísmo, hinduismo, budismo, etc… mientras no comprendáis esta ley, mientras no la apliquéis, no tenéis fe, sino sólo creencias que no podrán llevaros muy lejos. O mejor dicho, podrán llevaros muy lejos, pero por el camino de la pereza, los fracasos, el desánimo, la rebeldía, etc.

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos. Su obra está publicada en España por la Asociación Prosveta Española- www.prosveta.es. Foto: muchacho  en las afueras de Ahmedabad, Gujarat, India, 3 mayo 2009