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El mensaje central de hoy es “poner la sabiduría y el amor en todas nuestras actividades”.

Es una llamada que tiene dos mil años, y que sin embargo muy pocos han seguido.

Es una llamada revolucionaria, transformadora.

Si la ponemos en práctica nos permitirá resucitar en la tierra.


Esto es, nos facilitará renacer a otro mundo: al de la verdad y el significado.

Nos facilitará construir el Cuerpo de Gloria.

Es muy simple (dos palabras) y compleja al tiempo (precisa que acabemos con el egoísmo).

Pero es posible para el que quiera ver la vida como un reto sagrado.

«Cuando Jesús decía: «Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios», hacía una distinción entre los valores materiales, terrestres, y los valores espirituales, pero no preconizaba abandonar el mundo para volverse únicamente hacia Dios. No es cuestión de abandonar la tierra durante todo el tiempo que estemos en ella. En esta tierra solamente debemos poner nuestros pies y mantener nuestra cabeza en el cielo, es decir, poner la sabiduría y el amor en todas nuestras actividades, para que cada una de ellas nos acerque al mundo divino.

Tenemos una misión que cumplir en la tierra. Esta misión consiste en manifestar a Dios en cada cosa. Hay que vivir la vida terrestre del mismo modo que las plantas: ellas permanecen fijas en la tierra, pero la transforman y la hacen evolucionar. El hombre no solamente no debe abandonar la tierra, la materia, sino que debe concentrarse en ella para transformarla. Las plantas nos revelan cómo no abandonar la tierra, mientras se dirigen hacia el cielo. Ésta es una lección más que nos da la naturaleza.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: banderas de oración en los Himalayas