Muchas personas que hacen el Camino de Santiago experimentan una gran transformación.

Con frecuencia caminan en solitario y en silencio durante días.

En ese caminar callado ocurre que puede escucharse “la voz del silencio”, que es la voz de Dios.

Cuando esa voz llega, la confusión se convierte en orden, el tumulto interior se convierte en paz.


El Camino es por ello una gran terapia para el que está confundido y herido.

Para el que no lo está, es un estado de comunión y de gozo.

En ese silencio podemos encontrar las respuestas que vienen del alma.

«Aquello que se llama silencio en la vida espiritual, no es un mundo mudo, sin voz. Por esto los sabios de Oriente hablan de «la voz del silencio», y es esta voz que se esfuerzan en oír. Para aquél que sabe escuchar, el silencio, el verdadero silencio tiene una voz, porque es la expresión de la vida, de la plenitud de la vida divina.

La voz del silencio, es la voz de Dios. Esta voz sólo podemos oírla en nosotros mismos cuando logramos calmar todas las agitaciones interiores: rebelión, temores, codicia… Esta voz de Dios se confunde con la de nuestra naturaleza superior: sólo puede expresarse cuando todas nuestras pasiones han sido apagadas.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Rabanal del Camino, en e Camino de Santiago, 12-5-13 (Javier León){jcomments on}