Los sabios que han habitado la tierra han encontrado y manifestado la luz a que se refiere el pensamiento de hoy.

Millones de seres humanos luchan hoy en la tierra por trascender la mera personalidad, para contactar su verdadera esencia donde habita la luz.

Se nos dice que todo puede ser cambiado y transformado, incluso desde nuestra condición humana. La alquimia en potencia.

No será una tarea de un día, pero una vez en el camino notaremos muy poco a poco y sutilmente las transformaciones, las revelaciones.

¿Es posible progresar hasta la perfección? ¿Es ese nuestro potencial cuando se nos dice que estamos hechos a imagen y semejanza?

Vuelve a hablar Aïvanhov de la bondad, la honestidad, la justicia y la sabiduría, que son temas en los que podemos pensar como recordatorio cada mañana.

Nos tropezamos de continuo. Pero si hay un camino nos levantamos como podemos para poder continuar por ese camino.

Pero hay que buscar el camino.

El ser humano es un pecador, concebido en el pecado, nacido en el pecado: esto es lo que desde hace siglos la Iglesia no deja de repetir. Pero al resaltar y difundir tanto esta idea, impide que la humanidad vuelva a levantarse, porque disminuye su esperanza y su deseo de salir de esta situación.

Ciertamente, existe sin embargo ahí una cierta verdad: el hombre es concebido en el pecado porque sus padres le transmiten ya una herencia defectuosa. ¡Observad sólo en qué condiciones conciben a sus hijos! ¿Acaso en la luz, la pureza y el verdadero amor? Raramente. Pues bien, éstas son las carencias por las que estos hijos sufrirán. Pero que desde Adán y Eva el pecado original deba obligatoriamente trasmitirse de generación en generación, no. Si los humanos hallan la luz, si se esfuerzan en cultivar la bondad, la honestidad, la justicia y la sabiduría, no hay que preocuparse más de Adán y Eva, todo puede ser cambiado y transformado. ¿Por qué inculcar a los humanos unas ideas que les mantienen siempre muy abajo en la culpabilidad, sin ninguna esperanza de volver a levantarse un día? Todos somos pecadores, está claro, pero no estamos obligados a serlo durante la eternidad: podemos progresar hasta la perfección

Omraam Mikhäel Aïvanhov,  Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Foto: niña en la guardería de Pilkhana, programa de Colores de Calcuta, abril 2010