«Cuando sienten insatisfacciones, los humanos tienden a encontrar respuestas materiales. Actúan como si estas insatisfacciones viniesen del cuerpo físico, y entonces le dan de comer, de beber, de fumar, le distraen, le pasean y le procuran toda clase de placeres. Y él, el pobre, saciado, saturado y sofocado se lamenta: «¡Detente, me vas a matar! ¡Y no te sentirás mejor atiborrándome así!» Pero los humanos no comprenden el lenguaje de su cuerpo. Y se obstinan diciéndose que, si esta vez no logran encontrar lo que buscan, la próxima vez lo conseguirán. Desgraciadamente, la próxima vez encuentran lo mismo o incluso peor: el vacío. Pero ellos continúan…
En realidad, muy pocas cosas son precisas para satisfacer el cuerpo físico. Las reclamaciones nos vienen del alma y del espíritu que no cesan de rogar y suplicar: «Necesito la pureza, la luz, el espacio… Necesito contemplar el sol… Necesito unirme al Señor, trabajar para la venida de su Reino, para que la paz reine un día entre los humanos…» éstas son las voces que debemos distinguir en nosotros, y escuchar bien sus demandas para darles satisfacción.»
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: en las proximidades de O Couso, Lugo, 15 marzo 2016 (cortesía de Javier León)