Hoy se nos regala la preciosa idea de ser artistas trabajando con el pensamiento y el sentimiento.

Se nos invita a recuperar la luminosidad de ciertos niños, para entonces ser un instrumento de la belleza y la armonía de la creación.

La materia a transformar, el lienzo a pintar, somos nosotros.

Erraremos y caeremos como hemos hecho tantas veces pero cada vez más y más viviremos erguidos, sin caer, en la consciencia del alma, lejos de la esclavitud de la personalidad.

Si, hay alegorías hermosas en el pensamiento de hoy y es verdad que el jardín de nuestra alma nos espera.

Allí hay refugio, descanso, pero también manantial de energía nueva y renovada siempre, que nos llena de vida.

Dondequiera que vayamos podemos transportar el perfume de las flores…

No hay tiempo que perder.

El artista verdadero es aquél que quiere que la belleza y la armonía de la creación pasen a través suyo, se reflejen a través de él. Por eso toma su propia carne como materia a esculpir, como tela a pintar; y su cincel, sus pinceles, son sus pensamientos y sus sentimientos.

La belleza es una realidad viva cuya fuente permanece escondida en lo más profundo del ser, y que, cuando brota, impregna el cuerpo entero, la piel, la mirada, la sonrisa, y hasta la voz. Pero únicamente los pensamientos luminosos y los sentimientos de amor desinteresado pueden daros esta belleza. Y entonces, a dondequiera que vayáis, transportáis el perfume de las flores que se abren y de los frutos que maduran en el jardín de vuestra alma.

Omraam Mikhäel Aïvanhov,  Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Óleo de Dora Gil: “La piedra preciosa” http://www.doragil.com