En 2008 el mundo gastó una media de 4.000 millones de dólares al día en armamento.
Este sinsentido tiene lugar un año tras otro y va en aumento.
Recursos que podrían destinarse al saneamiento de las cloacas del mundo, a vivienda digna para millones, a medioambiente, a educación, son dilapidados en material bélico.
Pero tenemos que “estar protegidos” aunque todas esas armas sean luego el origen de las guerras.
En una escala parecida, el mundo mercantil es el de las denuncias y las querellas. Millones de personas enfrentadas en los tribunales por el vil dinero.
Pero, como dice el Dalai Lama, no podemos obviar nustra responsabilidad en este estado de cosas, pues en cada acto de agresión y de abuso que perpetramos o que permitimos está la semilla de la guerra.
Es preciso trabajar en la paz en nuestra mente como paso necesario para visualizar la paz en la tierra, para poder soñar en un futuro de luz para estas niñas etíopes de la foto, que son también nuestras niñas.
Y cuando hayamos alcanzado esa paz en nuestra mente, es preciso denunciar.
Y comprometernos hacia el cambio.
Nuestro objetivo último debe ser la desmilitarización completa del planeta. Si se planifica adecuadamente y la gente fuera educada para comprender sus ventajas, creo que sería posible. Aunque podamos hablar de conseguir una desmilitarización global, debemos empezar con algún tipo de desarme mental. La paz mental es la clave para una paz mundial genuina, cuyos cimientos serían un sentido de comprensión y respeto por todos los demás seres humanos y en nombre de la compasión y el amor”.
El Dalai Lama. “Desarme y compasión”
La responsabilidad no recae solamente sobre los líderes de nuestros países o sobre aquellos que han sido elegidos o destinados para ocupar un determinado cargo. La responsabilidad recae sobre cada uno de nosotros de forma individual. La paz empieza en la mente de cada uno. Cuando tenemos paz interior, podemos estar en paz con quienes nos rodean. Cuando nuestra comunidad está en paz, puede compartir esa paz con las comunidades vecinas, y así sucesivamente. Cuando sentimos amor y bondad por los demás, no sólo los demás se sienten queridos y cuidados, sino que nos ayuda a desarrollar la paz y la felicidad mentales.”
El Dalai Lama. ““Discurso de aceptacion del Premio Nobel de la Paz” (1989)